LA CORAZA DE LA JUSTICIA
La coraza esta e spara proteccion del soldado, la segunda mencionada en este orden, era una placa de pecho hecha de metal que venía desde el cuello hasta los muslos de modo de proteger las áreas vitales del cuerpo. El creyente debe vestirse con “la coraza de justicia” para protegerse del adversario. Con esto va a proteger sus óranos vitales. Veamos de qué manera.
Por esta razón llamaban a la coraza “el protector del corazón”. Y es que si algo debiera ser protegido en la vida es el corazón. Es cierto que Satanás atacará siempre nuestros pensamientos, pero si logra atacar el corazón habrá logrado su fin. La mayoría de las caídas del creyente se deben a un corazón vulnerable. Pablo recomienda ponerse la coraza de justicia para que proteja lo que puede realmente hacer firme nuestra lucha. Tan importante es esto de guardar el corazón que el sabio dijo: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Prov. 4:23). Recordemos que el corazón es “engañoso y perverso más que todas las cosas”. La coraza de justicia tiene la misión de protegerlo.
¿EN QUÉ CONSISTE LA CORAZA DE JUSTICIA?
1. El objetivo final de Satanás es destruir a los hombres y mujeres para que no alcancen el cielo. Para lograr este propósito, una de las cosas que él hace es hacerle creer a mucha gente que ellos pueden alcanzar el cielo a través de su propio esfuerzo. Haciéndoles ver que a través de sus buenas obras ya tiene un lugar reservado para ellos en el cielo. Esto jamás pudiera ser la “coraza de justicia”. Jesús puso un ejemplo que debe ser considerado. Nos referimos al caso del fariseo y el publicano (Lc. 18:10-13). El fariseo se creyó la persona más buena, cuando tuvo que compararse con el pobre publicano. Su oración estaba revestida de una justicia propia. Le daba gracias a Dios, no porque fuese salvo, sino porque no era como las demás personas: ladrones, adúlteros, injustos. Descaradamente dijo que ayunaba dos veces por semana, haciendo público lo que debe hacerse en secreto. Pero además, cuando habló de dar sus diezmos de todo lo que ganaba, hizo que su mano izquierda supiera lo que hacía su deracha. ¿Qué hacía el publicano? Ni siquiera quería alzar su mirada. Lo único que pedía era que el Señor fuera propio a su alma. Se ha dicho que el infierno se está poblando de mucha “gente buena”. Muchos rechazan a Cristo y se lanzan hacia el final confiando en sus propias obras. ¡Terrible decisión! No se equivoque, si usted está pretendiendo alcanzar el cielo por vivir una vida buena, se ha puesto la coraza equivocada.
2. Tiene que ver con la justicia imputada. ¿Qué queremos decir con esto? Dios a través de Jesucristo nos ha justificado de nuestros pecados. Es la justicia que ha hecho posible el perdón de nuestros pecados (Ro. 3:21ss) Es Dios mismo que nos ha cubierto con ella, al decirnos: “Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hecho justicia de Dios en él” (2 Co. 5:21). Pero esta justicia imputada no pertenece al combate del creyente, pues ella ha sido dada para la justificación de los pecados. Pablo, quien afirmó tener tantas razones para confiar en la carne, prefirió más bien decir: “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es Dios por la fe” (Fil. 3:9). Esta es la justicia con la que quedamos libres de la condenación de la ley. Es, como lo afirmó el mismo Pablo, la justificación por la fe que un día depositamos en Cristo. En esta justicia imputada podemos ver que todo el asunto de la salvación ha sido una prerrogativa divina. En el hombre no se podrá encontrar nada meritorio para que pueda ser salvo. En este sentido mas bien la palabra de Dios nos asegura que “por gracia soy salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8). Pero con la justicia que es por fe quedamos fuera de toda justificación humana y protegidos del ataque del maligno (1 Jn. 5:18).
3. Pero más aún, tiene que ver con una justicia práctica. La justicia imputada tiene como su meta concedernos la victoria final contra las embestiduras del adversario. Pero la justicia que tiene que ver con la aplicación de la palabra en todas las áreas de nuestras vidas, tiene como fin el capacitarnos para vencer todas las escaramuzas que enfrentamos en nuestro diario andar. Pero, ¿qué entendemos por la llamada justicia práctica? Tiene que ver con el deseo intenso de nuestros corazones de poder corresponder a esa justicia imputada, sobre todo si tomamos en cuenta el precio de nuestros pecados como fue la muerte de Cristo en la cruz. La justicia práctica es la coraza que protege toda nuestra vida. Es aquella vida que se concentra en buscar la excelencia; que lucha todos los días para poner el cuerpo en servidumbre con el propósito de dejar que el hombre interior se renueve en su santidad. Tenemos que decir que la llamada guerra espiritual moderna, su énfasis radica más en una confrontación con los demonios que en el vivir una vida de santidad. No se menciona mucho este tema en los llamados “guerreros espirituales”. El tema se concentra más el ejercicio de la autoridad para reprender o declarar, así como en los gritos y ataduras, que en el cuidado de la relación con Dios. Necesitamos proteger nuestros pensamientos y emociones. Si Satanás logra vulnerar esta parte, logrará su propósito. No demos lugar al diablo.
CONCLUSIÓN: La “coraza de justicia” tiene como misión cuidar al corazón porque es de allí donde sale todo lo que contamina al hombre, de acuerdo a lo que Jesús dijo. Es allí donde se toman las decisiones. La razón puede pensar lo que quiera, pero es el corazón el que al final decide. ¿Cómo protegernos? Viviendo vidas santas. El consejo de Pablo es oportuno para aplicarlo sobre este respecto (Romanos 13:12-14). Cuando el rey Josías entró en la batalla, a la que se le había dicho que no fuera, fue alcanzado por una flecha que penetró su cuerpo. Al darse cuenta de lo que había sucedido, le dijo a su paje: “Quitadme de aquí, porque estoy gravemente herido” (2 Cro. 35:23). El hombre que había servido con tanda rectitud a Dios y su pueblo, murió de esta manera. Este rey murió así por su desobediencia. La “coraza de justicia” trabaja con nuestra obediencia también.
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